
El prefacio de Humano demasiado humano escrito en 1886, revela que el padecimiento del hombre solo cambia de contexto y se sirve de los nuevos medios a su merced. La erupción de autodeterminación, de autovaloración, la voluntad de libre albedrío puede tornarse una salvaje tentativa por la que el hombre desasido se empeñe en demostrarse su dominio sobre las cosas. Vaga cruelmente con una avidez insatisfecha; lo que apresa debe expiar la peligrosa excitación de su orgullo En el trasfondo de su trajín y vagabundeo -pues está intranquilo y sin norte que le oriente, como en un desierto- está el interrogante de una curiosidad cada vez más peligrosa.