A CALÍGULA LO PERSIGUE UNA SOMBRA NEFASTA. EL EMPERADOR de la dinastía Julio-Claudia fue la viva estampa de la egolatría, de la depravación sexual y de la crueldad. Esa es, al menos, la imagen que las fuentes históricas nos han legado de este personaje, uno de los más polémicos de la Roma antigua junto con Nerón. Pero ¿qué hay de cierto y qué hay de invención en todo esto? Como siempre, la realidad es poliédrica. Luces y sombras envolvieron la figura de un emperador que, sin duda, cometió aberrantes excesos, pero que también fue querido por su pueblo. Tras su asesinato, lo sucedió Claudio, quien también padeció críticas acerbas por su aspecto físico y por sus costumbres mundanas, pero que, como Calígula, contribuyó a la prosperidad y el bienestar de Roma.